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Observatorio dominicano
25 Abril 2011, 8:41 PM
Continuismo presidencial y las repúblicas bananeras
Escrito por: Frederich E. Berges. (frederich.berges@obs.com.do)
La afamada fuente de información en el Internet Wikipedia define a una República Bananera, del inglés Banana Republic, como un: “término peyorativo para un país que sea considerado como políticamente inestable, empobrecido y atrasado, cuya economía depende de unos pocos productos de escaso valor agregado (simbolizados por las bananas), gobernado por un dictador o una junta militar.
Otro rasgo notable en este estereotipo es que en la “república bananera” la corrupción es práctica corriente en cada aspecto de la vida cotidiana, siendo comúnmente desobedecidas las leyes del país.
También suele identificarse como característica de la “república bananera” el poder casi absoluto que ejerce sobre su gobierno una gran empresa extranjera, “ya sea mediante sobornos a los gobernantes o por simple ejercicio de su poder financiero”.
En tiempo atrás, era común en esferas del mundo más desarrollado, considerar a la mayoría de los países de la Cuenca del Caribe como “repúblicas bananeras”, como los casos de un Fulgencio Batista, Anastasio Somoza, Rafael Trujillo o el general Rojas Pinilla.
Pero la lección cívica de notables presidentes lideres, como el caso de un Álvaro Uribe en Colombia, y nuestro Leonel Fernández, con sus reticencias de reformar constituciones y sapiencia de permitir relevos en la silla presidencial, han ido despejando aquella creencia de que aún existen “repúblicas bananeras”. Estas decisiones no continuistas, que también ha observado Luiz Inacio da Silva, le suma grandeza a nuestro Presidente, quien se mantiene a la vanguardia democrática de la región.
Pero el pelo en el sancocho lo acaba de tirar Daniel Ortega, de Nicaragua, adonde un retroceso a prácticas y manías que se creían habían desaparecido con la dictadura de los Somoza, logra una decisión de la Corte Suprema de ese país al anular la limitación de mandatos al presidente. Con esa decisión, el líder sandinista se suma a sus socios del bloque bolivariano que han implantado la reelección consecutiva.
Ese afán de continuismo presidencial no solo refuerza la imagen de “república bananera” que tiene Nicaragua y que a Daniel Ortega se le cuestione su otrora perfil revolucionario, sino que habrá de imponer nuevos sacrificios y pesares al querido pueblo de ese país hermano. Continuismo es cuestión de “repúblicas bananeras”.
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