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En los anales de la historia universal se registra uno de los sermones más famosos por su influencia en el curso de la dinámica humana pronunciado el Domingo de Adviento por Fray Antón de Montesinos. Este fue escuchado por el Gobernante Don Diego Colon, hijo del Almirante Cristóbal Colon.
Después de la división de la historia en un antes y después de Jesús Cristo con sus predicas sobre el amor y la igualdad entre los seres humanos, sin distinción de especie alguna, y todas las secuelas derivada de su filosofía que conlleva al denominado Periodo del Humanismo, el Sermón de Montesinos constituye el llamado más profundo y enérgico proclamado en el Nuevo Mundo, siendo denominado por muchos historiadores como el Primer Grito de Libertad e Igualdad de todos los Seres Humanos.
En efecto, la maduración de las ideas políticas de una época y otra fue el fruto de una larga lucha de clases y sectores que fueron cambiando la estructura del Estado y paulatinamente la Filosofía Política y Jurídica del mismo, incluyendo su rol de Estado Policía al Estado Benefactor, reflejando un cambio en la visión del hombre sobre sí mismo, en su relación con los demás y la definición del Estado al que aspiraba. Así el sentido de libertad e igualdad dejaron de constituir el privilegio de un grupo, elite o clase para ser el derecho de toda una Nación arropados bajo las ideas modernas y revolucionarias de la Democracia, una que continuamente va modificando su contenido para asegurar mayor participación de discursos y aperturas de oportunidades para la formación académica, derecho al trabajo, acceso a los servicios médicos, un techo, protección contra el propio Estado y sus Gobernantes, transparencia en el manejo de la res publica, persecución contra la corrupción, seguridad social, etc.
Dentro del contexto de la comunidad internacional y de un mundo globalizado se explica que los principios locales supra indicados y, luego, fueron expandiéndose casi a la totalidad del globo terráqueo y por qué no hasta el espacio, resumen los valores alcanzados por la humanidad, donde resalta la Declaración Universal de los Derechos Humanos que consagra una serie de principios tales como:
- Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.
- Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.
- No se hará distinción alguna fundada en la condición política, jurídica o internacional del país o territorio de cuya jurisdicción dependa una persona, tanto si se trata de un país independiente como de un territorio bajo administración fiduciaria, no autónomo o sometido a cualquier otra limitación de soberanía.
- Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona.
- Toda persona tiene derecho a un recurso efectivo ante los tribunales nacionales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la constitución o por la ley.
- Nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado.
- Toda persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente y con justicia por un tribunal independiente e imparcial, para la determinación de sus derechos y obligaciones o para el examen de cualquier acusación contra ella en materia penal.
En la actualidad, los principios universales se encuentran consagrados en la mayoría de las constituciones políticas, tratados internacionales, declaraciones de principios de los organismos públicos internos e internacionales, y la defensa de estos se manifiesta en los diferentes foros donde el propio concepto de libertad política se asume como co-sustancial al de libertad económica. Igualmente, existen una serie de figuras legales de categorías o rangos constitucionales destinados a la protección de los denominados derechos fundamentales.
Nos falta mucho por madurar y avanzar, para integrar las ideas de libertades políticas y económicas al ejercicio de la democracia como una aspiración siempre en proceso de cambio y transformación; sin embargo, es incuestionable que el camino que recorremos es más claro, participativo y justo que los que fueron pisados por nuestros ascendientes de diferentes tiempos, regímenes y lugares del mundo. Y es verdad, la Democracia es más que palabra sin pan, y más que pan sin educación ni oportunidades y muchos discursos, y más que un futuro sin seguridad social, o de una vida garantizada por el Estado pero sin acceso a salud general y de calidad.
Estos últimos forman parte de los retos que tenemos como seres humanos en la actualidad, sin excluir a las personas que reclaman otros derechos denominados de cuarta generación, que necesitan recibir igual protección de parte del Estado y todos los organismos nacionales e internacionales.
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